Consideraciones sobre los factores que determinan los espacios económicos y territoriales, 2005
La referencia a una economía del territorio, tiene una significativa importancia en la conformación de un objeto de análisis económico. Los territorios se definen a partir de una estructura de relacionamiento entre una población y un espacio ecológicamente definido. Hay una base física natural y otra base física construida por la intervención de quienes han residido en dicho espacio. Esta base física artificial, o construida, es la expresión de la acción humana sobre el espacio, como expresión del asentamiento o aprovechamiento de ese espacio. La población residente en estos espacios escribe una historia particular que puede ser leída a través de su cultura su tradición, su economía, sus relaciones sociales, sus instituciones y sus dinámicas políticas. Parte de esta expresión es la base física natural y construida.
Una categoría analítica que ayuda a comprender el territorio, y sus formas particulares de aproximación, es la definición y estructura del espacio territorial. Algo que podría ser referido como los límites del territorio, algo así como su extensión, sus fronteras. No hay otra forma de entender la cobertura de un territorio determinado, que las relaciones mismas entre los pobladores, vecinos, y el espacio físico. Estos límites se definen a partir de dinámicas singulares de diferentes órdenes. Si nos queremos referir a cuestiones de orden normativo-institucional, podremos ver territorios definidos por límites político-administrativos, del tipo municipio, departamento o nación. Sin embargo estos límites son referentes estáticos que recogen razones históricas. No siempre estos límites dan cuenta cabal de las relaciones que se dan en su seno o allende sus fronteras. Según las dimensiones que se quieran considerar, los límites de un territorio variarán con las realidades concretas del territorio. Superando la dimensión jurídica de las entidades territoriales, se encuentran otras definiciones de límites basadas en las dinámicas, interacciones o flujos que tienen los residentes del espacio. Por ejemplo, en la dimensión ecológica y ambiental, se pueden reconocer límites determinados por la extensión y cobertura de una cuenca o de un ecosistema particular. En términos culturales podríamos identificar otros límites en función de los espacios que alojan familias étnicas o con historias etnográficas comunes.
La esencia de la definición de estos límites territoriales reside en un concepto de territorialidad, entendida como los factores que condicionan la relación de pertenencia de la población con un espacio determinado. La territorialidad es una definición endógena. Cada cual se siente perteneciente a un territorio determinado, cada cual tiene una visión propia sobre el territorio, producto de su propia vivencia. Pero, adicionalmente, cada cual tiene una territorialidad múltiple, es decir que se considera simultáneamente perteneciente a diversos territorios, sean estos jerarquizados, por ejemplo, formar parte de su municipio, de su departamento, de una región o de una nación, pero también de territorios de diversa naturaleza, pertenecer a una cuenca, a un territorio indígena.
Cualquier esfuerzo por construir instituciones o entidades territoriales debe tener un soporte claro y evidente en esta territorialidad. No tiene sentido pensar en una región Bogotá-Cundinamarca si no existe una territorialidad clara que explique la unión de estos espacios. O, puesto en otros términos, los límites de una región deben ser definidos sobre la base de criterios claros y fuertes de territorialidad que no se crea por el voluntarismo normativista, sino que se lee de una realidad territorial dada.
En términos económicos, esta territorialidad se expresa por el desarrollo mismo de la economía en el espacio, por sus dinámicas, por sus áreas de influencia, por sus interdependencias o flujos que permiten establecer espacios integrados, que permiten establecer una forma de territorialidad económica.
¿Cuáles pueden ser los límites de una región económica, en el caso de Bogotá-Cundinamarca? Con seguridad no son los límites simples de orden administrativo. Es necesario entender cabalmente la economía regional para desentrañar la territorialidad económica que definen las fuerzas económicas que hay en el territorio y que proporcionará tanto viabilidad, como legitimidad, a la definición de una estructura regional. Es bueno recordar que en un modelo económico de mercado, las dinámicas productivas se construyen y gestionan desde el sector privado, el Estado puede dar señales, favorecer ciertos énfasis, pero no puede controlarlas, ni dirigirlas. Siendo así, en iniciativas privadas que responden a las lógicas de mercado, el voluntarismo de la política pública está fuera de contexto. La planeación y normatividad no tienen la capacidad de construir el escenario productivo que quieren, de forma diferente a la de pasar a través de la lógica de decisiones privadas, en otros términos, a través de la territorialidad económica construida por firmas, empresarios, cadenas y cluster, que enfrentan demandas cambiantes en un escenario y juego de lógica propia.
Los encadenamientos productivos, los mercados de factores y la estructura de la demanda son criterios para la articulación de una estructura económica regional. Siendo la productividad territorial un propósito explícito de una estrategia de integración regional, la definición de límites territoriales debe basarse en una idea clara de los mecanismos de construcción de esa productividad territorial, lo cual parte de entender cabalmente la economía del territorio.
La región conformada por Bogotá y Cundinamarca tiene una base económica caracterizada por la integración de un área metropolitana nacional, consolidad, y una amplia región rural, claramente caracterizada. La reflexión sobre la integración de esta región cruza por la definición de los enlaces entre estas dos condiciones territoriales. De un lado, la metrópoli, tiene relaciones y dinámicas con ese mundo rural, que determina la racionalidad de sus necesidades de integración. Pero de otro lado Cundinamarca, con su carácter rural predominante, tiene sus propias lógicas de integración. Existe una marcada tendencia a privilegiar los motivos de la ciudad, sobre los motivos de la región rural.
Tratemos de hacer una reflexión sobre las bases que definen las relaciones económicas urbano-rurales, como un fundamento orientador de la visión de territorio, que debe guiar una visión de región. Para ello tratemos de entender la forma como se configuran los espacios económicos a partir de la condición básica de dotación de recursos naturales que caracteriza a la región circundante a la metrópoli. La ruralidad tiene su fundamento en el peso o papel de los recursos naturales en la configuración de una estructura económica. En la gráfica siguiente se pueden apreciar tres modelos diferentes de configuración de esta relación, recursos naturales-modelos territoriales.
Podemos ver tres patrones de localización de actividades económicas y de relaciones recursos naturales-modelos territoriales, que siempre tendrán referentes de localización poblacional. Cada patrón está determinado por un modelo tecnológico y cada uno de estos modelos se estructuran a partir de grandes revoluciones tecnológicas. El primer patrón, de localización rural, correspondiente al primer modelo tecnológico, corresponde a la revolución de la agricultura, desde la prehistoria hasta la revolución industrial, que determina un nuevo modelo tecnológico y, por tanto, un patrón de localización, urbana. Finalmente hay una tercera revolución tecnológica, la correspondiente a la de la informática y las comunicaciones, la digital, que determina un tercer patrón, de deslocalización.
El primer patrón, correspondiente a sociedades agrícolas, muestra un patrón eminentemente rural, con bajas densidades y lógicas de localización estrictamente dependientes de la localización de los recursos naturales. El segundo patrón, correspondiente a las sociedades industriales, tiene una menor dependencia de la localización de los recursos naturales y configura una ocupación con un peso mucho mayor de patrones urbanos, de alta densidad, y relativa independencia de la localización de los recursos naturales. El tercer patrón, correspondiente a la actual sociedad de la información y la comunicación, ha introducido un nuevo patrón de localización, que podemos denominar, el patrón virtual, donde la revolución tecnológica ha diluido el sentido de tiempo y espacio y emergen tendencias hacia la deslocalización.
El punto destacable es que estos patrones, rurales, urbanos y virtuales, no son alternativos que se sustituyen, sino que la localización de la economía de una región es una combinación de estos patrones, tal como se aprecia en la forma como se estructura la relación recursos naturales-modelo de localización, que se presenta en el tercer patrón.
La territorialidad económica está definida por este patrón e indica una de las restricciones que tienen las visiones que quieren ver la región como un espacio para solucionar las demandas del patrón de localización urbana. Esta es una visión parcial, incompleta que se manifiesta en un bajo reconocimiento de los patrones de localización rurales y de los nuevos patrones virtuales, que condicionan el desarrollo de un modelo de economía territorial y la delimitación de un espacio regional.
Las interdependencias generadas por flujos económicos definen un nuevo relacionamiento de los espacios rurales, con los urbanos y con los procesos de deslocalización. Sin este fundamento la definición de territorio o región, no pasa de ser una manifestación voluntarista insostenible.
De aquí que sea crucial introducir las lógicas de localización, o deslocalización, así sea el caso, en la reflexión de definición de una territorialidad económica. El espacio regional que nos ocupa es una combinación de sectores económicos que configuran una base económica regional, pero las lógicas de localización de estos sectores son diferentes, pero determinan espacios continuos y complementarios entre los patrones urbanos y rurales.
En la tabla siguiente se presentan las variables que determinan los incentivos de localización definen un patrón que explica las dinámicas, las energías, las inversiones, las fuerzas microeconómicas, las voluntades políticas, con las cuales se puede construir una política y una planeación creíble, viable y sostenible. Al fin de cuentas, son los atributos que tratan de optimizar los agentes económicos del territorio. En ellas se puede apreciar los puntos críticos que determinan la eficiencia o productividad de los procesos económico productivos involucrados en cada uno de los sectores económicos que concurren en un espacio o territorio dado.
Sector económico | Criterio o lógica de localización |
Agricultura, minería, agro y ecoturismo, servicios ambientales | Disponibilidad de recursos naturales (suelo, agua, biodiversidad, atractivos paisajísticos) |
Industria, agroindustria | Oferta de insumos y acceso a mercados |
Servicios a las empresas | Densidad de actividad económica |
Servicios personales | Distribución espacial de la población |
Servicios estatales | Densidad poblacional y empresarial |
Veamos de un lado una estructura sectorial básica, que con diferentes proporciones en término de contribución a la conformación de un producto territorial, están presentes en prácticamente la totalidad de territorios rurales o urbanos. Todos tienen esta estructura, cambiando su composición.
Sólo los sectores primarios, agricultura, minería y servicio ambientales y los servicios de turismo, en especial de agro y eco turismo, están sobredeterminados por la localización y oferta de recursos naturales, aferrándose a patrones rurales de localización.
El patrón de localización de la industria, incluyendo la infraestructura, la construcción y la agroindustria, sector clave en la economía regional, tiene una lógica más compleja de optimización de una relación entre insumos y demanda. Condiciones de costos, definen patrones de localización que buscan beneficiarse de la proximidad a los mercados, predominantemente urbanos, las economías de aglomeración que ofrecen las ciudades y los costos de transporte de materias primas, o condiciones de oferta laboral.
Hasta aquí los sectores básicos primarios y secundarios, que siguen teniendo lógicas de localización claves para comprender los procesos de construcción de las economías territoriales, o regionales para este caso. Pero hay otro componente fundamental de las economías en los territorios, que dan cuanta de una tendencia común a las economías de nuestros países, se trata del proceso de terciarización de la economía, caracterizada por un incremento de la participación del sector servicios en la conformación del producto regional o territorial. Los servicios a las empresas, tienen una lógica de localización estrechamente ligada a la localización de las actividades primarias y secundarias, así como a la localización de las empresas mismas de servicios. Independiente de que se trate de un ámbito rural o urbano, estas empresas están condicionadas por su mercado empresarial.
Las empresas de servicios personales y servicios sociales tienen una lógica de localización más libre, ya que se localizan allí donde exista población, con algún grado de concentración o densidad. Actividades como la salud, la educación, el comercio, entre otros, definen espacios económicos a partir de los patrones demográficos de distribución de la población en el territorio. Finalmente los servicios de gobierno y financieros, se localizan en forma indiscriminada en cualquier sitio donde exista población o actividad económica.
Estos patrones permiten realizar una caracterización o configuración de la territorialidad económica que servirá de base para la definición de los límites de una región, teniendo en consideración que esta involucra localización urbana y rural y deslocalización virtual. Sin duda este es un ejercicio y reflexión obligatorio en la tarea de conformar regiones o de identificar territorios, como unidades económicas de planificación. Allí podría existir el fundamento para responder hasta donde va la territorialidad para la región Bogotá Cundinamarca, sobre la base de su realidad económica, antes que sobre un modelo deseado de integración territorial.
La competitividad territorial estará siempre condicionada por la capacidad de influir en los incentivos de localización, en forma tal que refuercen los patrones de distribución espacial de la población y las actividades económicas, ajustados a modelos tecnológicos particulares. Esta es la verdadera esencia de los escenarios posibles de desarrollo regional, concentrada, lineal o distribuida en el espacio regional.